En 1917, hartos robolucionarios y dos que tres decentones idealistas (todos, del bando de Carranza, Obregón y anexas), dizque tenían que hacer una nueva ley suprema porque la anterior (de 1857) nomás no era respetada y era anacrónica y demás rollos usuales cuando se quiere establecer una norma nuevecita, “moderna”.
Así, el 5 de febrero de ese año nació la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que por supollo el tlatoani del momento (el barbón de Coahuila Carranza te pego en la panza) tuvo que darle el visto bueno, aunque no estaba de acuerdo en varios artículos.
Es innegable que ese nueva señora llamada simplemente Constitución (con la “c” en mayúscula para no digan que no la respetamos), tenía varios “avances” con respecto a la anterior: la educación laica, la soberanía de la nación sobre los recursos naturales, reconocimiento de los derechos de obreros y campesinos (la huelga, jornada laboral de 8 o nueve horas, prohibición de latifundios e institucionalización de los ejidos, etcétera, etcétera, etcétera).
Estos “avances” han sido a veces interpretados como una vil maniobra para quitarles la bandera de lucha a los revoltosos Villa, Zapata o Flores Magón, y tan fue así que no se aplicaron ni por equivocación, (hasta que llegó mi general Cárdenas y medio las hizo cumplir con algunos resultados positivos y otros no tanto).
En el papel, las "reinvindicaciones del pueblo" (por decirles de alguna manera) habían triunfado, pero.... del dicho al hecho.... (ya saben que sigue). Así que el señor Carranza nomás se hizo de la vista gorda: no acabó con latifundios, las compañías petroleras extranjeras seguían gozando alegremente del petróleo, los curitas y monjitas seguían enseñando... Y a los obreros medio les cumplió, pero nomás porque ya tenía en mente ganárselos a su causa: quien controlaba a los obreros, se ganaba las zonas urbanas. (Y si alguien lo duda, me remito nuevamente a Lázaro –el chido, no la mula que gobierna ahorita Michoacán– que con la CTM acabó por consolidar al papá del RIP).
Así pues, amigochos y amigochas, la doña Constitución desde que se creó nomás nunca se ha cumplido (de repente nomás a medias) y a cada ratón vaquero la modifican a su antojo para que no se vea tan gacha la violada colectiva que le ponen un día sí y el otro también nuestros impíos políticos.
Diría que no nos engañemos, que lo mejor sería hacer una nueva constitución, pero no dudo ni tantito que el Pelele Calderón, o el que tenga las nylon en la silla presidencial haría exactamente lo mismo que Carranza: violarla desde el primer día... ¿Tons cuál es la solución? No lo sé, nomás me gusta ser catastrófico.
PD. Claro, para violar la Constitución se necesita tener lana, influencias y hartos contactos (poder político, pues). Simples mortales como su servilleta muy apenas podemos violar el reglamento de tránsito... y eso si no nos cacha un tamarindo.
Así, el 5 de febrero de ese año nació la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que por supollo el tlatoani del momento (el barbón de Coahuila Carranza te pego en la panza) tuvo que darle el visto bueno, aunque no estaba de acuerdo en varios artículos.
Es innegable que ese nueva señora llamada simplemente Constitución (con la “c” en mayúscula para no digan que no la respetamos), tenía varios “avances” con respecto a la anterior: la educación laica, la soberanía de la nación sobre los recursos naturales, reconocimiento de los derechos de obreros y campesinos (la huelga, jornada laboral de 8 o nueve horas, prohibición de latifundios e institucionalización de los ejidos, etcétera, etcétera, etcétera).
Estos “avances” han sido a veces interpretados como una vil maniobra para quitarles la bandera de lucha a los revoltosos Villa, Zapata o Flores Magón, y tan fue así que no se aplicaron ni por equivocación, (hasta que llegó mi general Cárdenas y medio las hizo cumplir con algunos resultados positivos y otros no tanto).
En el papel, las "reinvindicaciones del pueblo" (por decirles de alguna manera) habían triunfado, pero.... del dicho al hecho.... (ya saben que sigue). Así que el señor Carranza nomás se hizo de la vista gorda: no acabó con latifundios, las compañías petroleras extranjeras seguían gozando alegremente del petróleo, los curitas y monjitas seguían enseñando... Y a los obreros medio les cumplió, pero nomás porque ya tenía en mente ganárselos a su causa: quien controlaba a los obreros, se ganaba las zonas urbanas. (Y si alguien lo duda, me remito nuevamente a Lázaro –el chido, no la mula que gobierna ahorita Michoacán– que con la CTM acabó por consolidar al papá del RIP).
Así pues, amigochos y amigochas, la doña Constitución desde que se creó nomás nunca se ha cumplido (de repente nomás a medias) y a cada ratón vaquero la modifican a su antojo para que no se vea tan gacha la violada colectiva que le ponen un día sí y el otro también nuestros impíos políticos.
Diría que no nos engañemos, que lo mejor sería hacer una nueva constitución, pero no dudo ni tantito que el Pelele Calderón, o el que tenga las nylon en la silla presidencial haría exactamente lo mismo que Carranza: violarla desde el primer día... ¿Tons cuál es la solución? No lo sé, nomás me gusta ser catastrófico.
PD. Claro, para violar la Constitución se necesita tener lana, influencias y hartos contactos (poder político, pues). Simples mortales como su servilleta muy apenas podemos violar el reglamento de tránsito... y eso si no nos cacha un tamarindo.
En nuestro siguiente capítulo: Cuando los ídolos caen...
4 comentarios:
sea que nos gobiernan una bola de violadores, con razón me arde tantit...
jeje, sirako.
Jeje, lo de catastrófico.
No jeje, pobre constitución.
Feliz cumple don consti!
o es doña?
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